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viernes, 4 de marzo de 2011

Un día gris después de toda una jornada lluviosa. Cuándo las nieblas querían comer la poca claridad que restaba del misero atardecer. Las esquilas de las vacas tintineaban pausadamente al cansino andar de estas, con las panzas bien llenas de las ultimas hiervas rebañadas a los prados ya esquilmados por otros días de pasto. Al llegar al cementerio un sonido de raspar la madera paralizo el corazón de la pobre pastora que acompañaba al ganado en su regreso a la casa.Haciéndose la valiente siguió el paso más acelerado sin mirar para ningún lado por no ver lo que ella pensó un fantasma.El segundo pastor al pasar por el mismo sitio volvió a sentir el mismo inquietante ruido, mas no iba a ser él el único en oír semejante sonido de raspar en la puerta del cementerio ¿ que pensarían sus compañeras? si decía algo todo el mundo se reiría de él en las noches de hilandero de ese cercano invierno. Al pasar el tercer pastor un grito de terror siguió al inquietante ruido. Los otros pastores al acercarse a esté ultimo corriendo confirmaron que ellos también habían oído el mismo sonido. Los tres decidieron ir al cementerio para comprobar que había allí. El miedo los tenía agarrotados, pero no era cuestión de parecer unos miedicas y entre los tres se protegerían. Ellos sabían que los cuentos de fantasmas y almas vagabundas solo eran para asustar a los críos.Al acercarse a la puerta de madera los arañazos eran cada vez más fuertes. En un momento antes de abrir la puerta estuvieron tentados a salir corriendo, pero casi era peor el miedo a la mofa en el pueblo que abrir esa maldita puerta y ver que había allí encerrado. María la más mayor fue la más decidida y asió la aldaba de la puerta para tirar de ella y abrirla. Al empujar la puerta se abalanzó sobre ella una cosa que la empujo y derribo cayendo al suelo, junto con los otros dos que estaba agazapados detrás de ella. Al levantarse muertos del susto solo vieron los cadriles de una cabra que marchaba despavorida. La infeliz cabra había caído para el cementerio por golosa y no pudo salir de él una vez harta.

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