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viernes, 9 de febrero de 2018

La gaviota que perdió un huevo


 La señora gaviota paseaba por la playa muy ensimismada. Iba sintiendo la brisa marina, de vez en cuando bajaba la cabeza y comprobaba si entre la arena había algún resto de pescado traído por el sinuoso movimiento de las olas al romper en la arena.
Una ola la pillo desprevenida y tuvo que  levantar un pequeño vuelo para no mojarse con el agua. Fue en este momento cuando perdió el huevo que le tocaba poner ese día y no se dio cuenta.
Al llegar al nido se percató de que había perdido el huevo.
Muy disgustada rebusco y rebusco por toda la playa dando vueltas sin parar hasta quedar extenuada.
Un niño que jugaba con el cubo y la pala lo encontró semienterrado. Lo recogió entre sus manitas y lo observó un ratito pensando en que podría hacer con él.
El huevo era de color azulado con motitas negras, por lo que el niño comprendió que no era igual a los que guardaba su mama  en el frigorífico.
 Llenó el cubo con unas paladas de arena  y puso el huevo en el centro.
Al día siguiente se lo llevó a clase para enseñárselo al profesor don Inventini Galeani. El profesor  les dio una clase,  explicándoles que pertenecía a una gaviota y que con su ayuda y un poco de ingenio podrían construir una incubadora para que vieran el  milagro de nacer una nueva vida gracias a ellos.
 Al día siguiente ya les tenía una incubadora hecha con un viejo horno que había reformado y puesto un termostato para mantener la temperatura adecuada a la incubación.
 Metieron el huevo en la incubadora y al cabo de unos veintidós días nació un pequeño polluelo que el profesor cuidaba con gran esmero.

 El pequeño polluelo seguía a don Inventini como si se tratase de su madre.

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