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lunes, 25 de julio de 2011

5º fragmento de La vida de Juanin

Yo le dije a Zoraida que teníamos que huir mas tenía miedo de ser encontrados por su padre y mi manejo en el árabe no era bueno lo que dificultaba las cosas.
Al día siguiente cuando nos vimos me dijo que había hablado con su madre y que no quería verla tan triste y desesperada sabiendo de nuestro amor y no gustándole nada el futuro marido de su hija dijo que nos ayudaría en la partida valiéndose de unos mercaderes del zoco que partían para Nador.
Dos días después partimos en dirección Nador, con la caravana de unos comerciantes en té salimos de casa de los hermanos Al Salam en dos sacos envueltos en té, cargados en unos carros. Estuvimos todo el día en esos sacos. Al llegar la noche nos saco de los sacos un criado de confianza de la madre de Zoraida y nos dio ropas de mujer a los dos, cubiertos con un chador solo se nos veían los ojos. El criado nos hizo pasar por sus dos esposas caminábamos cerca de la caravana pero sin mezclarnos con ellos para no levantar sospechas hasta que llegamos a Nador.
Entre las joyas de la marquesa, el dinero, y lo que Zoraida pudo coger en su casa nos alquilamos una casa y puse un negocio de curtidor de pieles con ayuda del fiel criado, viendo poco a poco ligeros beneficios.
La vida con Zoraida era un remanso de felicidad que pronto dio sus frutos pues Zoraida me iba a hacer padre a mí a Mohamed que así me llamaba ahora.
El día antes del parto de Zoraida, ella estuvo muy intranquila soñando que un gran dragón la comía a ella y al niño. Yo traté pero estaba aterrado pues sabía que a mí la dicha no me duraba mucho.
Por la noche Zoraida ya estaba más tranquila pero empezaron los dolores del parto. Llamamos a una partera que se ocupaba los nacimientos de la ciudad.
Se encerró con ella toda la noche y parte del día siguiente yo estaba fuera de mí ya no me podían calmar, y entré en la habitación viendo a Zoraida desmadejada y con ese enorme vientre, supe que algo no iba bien, la pobre mujer asustada me juro que no podía hacer nada que no dilataba y el niño no podía salir, que si quería al niño se lo podía sacar del vientre de mi mujer mas yo no quise pues no podía ver de hacer daño a mi pobre Zoraida, además el niño seguro que ya estaba muerto, había visto algún caso en mi época de pastor y la cría se moría rodeada del cordón umbilical . Me arrodillé al lado de mi Zoraida hasta que su cuerpo dejo de latir, y con ella se fue mi corazón.
Al enterrar a Zoraida no quise volver al lugar que había compartido con ella. Le dejé todo a mi buen criado el que nos había ayudado y hui. Esta vez huía de mi mismo de mi dolor no quería vivir, anduve sin rumbo y cuando quise acordar estaba en Melilla.
Un grupo de moros me dijeron que se podía uno apuntar a la legión que se cobraba un sueldo y te daban de comer una vez al día. No supe como pero estaba en la legión con un fusil haciendo instrucción, como no hablaba con nadie por el dolor que tenia me empezaron a llamar el mudo Mohamed por lo que dejé que pensaran eso de mí, no quería más que me dejaran en paz así, llegó el 5 de agosto de 1936 y estaba en un avión camino de España cruzando el estrecho como la guardia mora de franco, hacia una guerra que no quería, no entendía, ni sabia porqué, solo sabia que quería morir pues para vivir sin Zoraida no sabía.
Crucé toda España luchando en la guerra, matando, disparando y dejándome matar, pero no se si alguna de las tres cosas hice bien, matar no se, disparar creo que sí matarme no.

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